Buenas tardes,
En la entrada de hoy os contamos la boda de Ana y Pedro en Abadía Retuerta LeDomaine.
Su enlace fue único para nosotras ya que les ayudamos en el diseño de sus invitaciones, de los carteles para la decoración, de los folletos en español y portugués y en detalles como pashminas y protege tacones.
Ana, la novia, nos cuenta todos los detalles de su gran día.
«Nos casamos el sábado 3 de octubre del 2015 en Abadía Retuerta LeDomaine a las 13h de la tarde.
Nos conocimos en la oficina en Madrid, ya que los dos trabajamos en la misma empresa. Pedro trabajaba desde casa, pero la oficina cambió de localización al centro de Madrid y él empezó a ir más a menudo. Una pareja amiga pensó que podíamos congeniar y organizaron un happy hour para que nos conociéramos más. Nos hicieron la encerrona para sentarnos al lado. Como anécdota, por aquella época Pedro estaba reclutando gente para una tienda que abría en Valladolid y con esa excusa hablamos más (un tiempo después me enteré que ya tenía toda la gente seleccionada cuando me preguntó).
Hasta que supe que era portugués, pensé que Pedro era catalán porque había vivido varios años y su acento en español tenía un deje de allí. A mi favor he de decir que, a día de hoy, hay gente que sigue pensando que es español porque no tiene nada de acento portugués.
La pedida, mi anillo de pedida fue de Cartier en Miami. Me pidió matrimonio en Tulum. Pedro estaba de trabajo en México DF y no había vuelos directos a Miami, así que tenía que hacer conexión en Cancún y aprovechamos para pasar el finde ahí.
Respecto a mi vestido, tenía claro que quería hacérmelo en España y al vivir en Miami tenía pocos días para mirar. Hice un maratón en 3 días, yendo de aquí para allá, y el último día, desesperada porque no veía nada que me emocionara, me hicieron un hueco de casualidad en Basaldúa, de hecho fue la única cita que fui sola y encontré el vestido que quería. Siempre pensé que mi vestido tendría encaje y marcando silueta, hasta creo que todo el mundo lo esperaba, y al final, todo lo contrario. Los vestidos con encaje no me favorecían nada y probándome de casualidad un vestido con tul la cara me cambió y me enamoré de él. Lo modifiqué un poco poniendo crepe blanco y mangas. Así que al final mi vestido fue de crepe blanco por arriba y la falda de siete capas de tul. Adelgacé tanto que me tuvieron que meter casi talla y media los días anteriores, pero las mangas me quedaron un poco anchas y la falda de tul también.
El Velo fue también de Basaldúa Madrid (quise ponerme el de mi cuñada pero no me pegaba con el vestido). El tocado era de Carmen Maria Mayz, los pendientes me los regalaron mis padres de una joyería en Valladolid y los zapatos eran de Pilar Burgos (la verdad que ya los tenía blancos y no quise comprarme unos nuevos).
El peinado y maquillaje fue en la peluquería AUA. Hasta una semana antes iba a ponerme coleta alta, pero de repente cambié de opinión y me puse un recogido. Iba a soltarme el pelo después del cóctel, pero se me olvidó completamente. Quizá si pudiera retroceder me hubiera puesto la coleta como pensé al principio. Como anécdota: tengo muchas alergias y cuatro días antes de la boda me dio una reacción alérgica en la cara y no me pude hacer la prueba de maquillaje. Nada como urbason y el día de la boda radiante ;)»
«El traje del novio fueron un chaqué y chaleco azul marino a medida de Suitz en Madrid. La corbata, azul marino con toques rojos, se la regalé yo de Hermés Miami. Los gemelos eran de oro de su padre, que falleció hace varios años y esa fue la manera de tenerlo cerca.
La iglesia y el lugar de la celebración fue Abadía Retuerta LeDomaine.
Tenía clara la idea de cómo quería la decoración y la iglesia fue todo obra de mi madre. Fue en tonos blancos y elegante, dando protagonismo a la capilla del monasterio. En todo me ayudó mi madre, tiene un gusto exquisito. Escribí unas cartas a mano a los testigos y a las mujeres testigos les di también una flor a cada una, todo fue colocado en la sacristía. Quise tener un gesto de deferencia al ser especiales en mi vida.
El catering fue obra del equipo de cocina de Abadía Retuerta LeDomaine. Puse un Candy bar y una mesa de postres y quesos portugueses y españoles. Para brindar acudimos al vino portugués espumoso Terras do Demo para tener algo de Portugal. Otra anécdota: siempre había querido hacer una boda a la americana, con las testigos vestidas igual, pero al final no lo hice. Lo gracioso que varias amigas del mismo grupo no se hablaron y acabaron yendo casi todas de rojo (la gente les paraba para preguntar si eran las damas de honor pero ninguna lo era).
¡Sin mi madre me hubiera muerto! Organizar todo desde Miami (entre la distancia y diferencia horaria) fue un poco locura, pero no lo hubiera conseguido sin mi madre. Ella me conoce a la perfección y además tuvo un catering, por ello las dos cuidamos mucho los detalles en todo lo que hacemos.
Yo también sabía claramente cómo quería la temática de la boda, los detalles… y mi madre me ayudó a ejecutarlo. Yo miraba y decidía todo, ella iba a verlo en persona y aportaba el toque final; hasta hizo a mano el mueble para poner las bailarinas. ¡Sin ella nada hubiera sido igual!
En referencia al coro, teníamos claro que lo queríamos en directo. Elegimos el Coro de Valparaíso, que me encanta y es donde cantan las madres de algunos amigos de toda la vida. La soprano invitada cantó el Ave María. Es una amiga de Pedro de toda la vida de Coimbra (ciudad de donde es Pedro) y es soprano de ópera en Alemania (Raquel Luis). Fue muy emotivo porque era una amiga que nos conocía e hizo que se me pusieran los pelos de punta.
El cóctel había que amenizarlo con algo animado y contratamos al grupo de The Ladies (un grupo de 6 chicas con look pin up que repasan toda la música de los 50 y 60). Fue un éxito total. Hasta amigos de mis padres, que en la vida bailan, estaban dándolo todo. Animó mucho y creó buen rollo desde el principio, tanto a los jóvenes como a los mayores, porque todos conocían las canciones.»
«Otro detalle fundamental era que en la boda había que hacer un guiño a Portugal-España. Pusimos en las mesas un librito de frases útiles en español y Portugal que Laura de Byindesign me ayudó a confeccionar («Viva los novios», «cuándo sale el último autobús», «me encanta tu vestido»…)
Pusimos pasminas, protege tacones y bailarinas. Al lado colocamos unos carteles en español y portugués también de Byindesign. A la salida de la iglesia soltamos unos globos blancos. De regalos sobre las mesas había unos mini jabones de A Vida de Portugal para las mujeres y unas miniaturas de vino de Oporto para los hombres.
Como regalo especial de mi parte dimos unos marcos confeccionados a mano por el taller de CAMP (Centro de atención a minusválidos psíquicos) donde está mi tío Sito. Mientras los hacían, él siempre recordaba que eran para su sobrina. Si me tuviera que quedar sólo con una cosa sería con ellos.
Para dar las gracias a los invitados, en vez de mandarles una tarjeta de agradecimiento después de la boda, creamos con ByIndesign unas carpetitas que firmamos a mano Pedro y yo con una frase en español y en portugués, donde metimos una foto de recién casados que imprimieron mientras estábamos en el coctél (anécdota: nos daba el sol de cara y no es una de las mejores fotos en las que salimos, pero el detalle es lo que cuenta).
Las invitaciones las diseñé junto a Laura de Byindesign, quien me captó enseguida la idea de lo que quería. Desde el minuto uno tuvimos mucha complicidad y fue un gusto trabajar con ella. Al igual que yo, tiene cuidado al detalle todo lo que hace. Quedaron muy elegantes y luego utilizamos el logo de la invitación A&P para el resto de la decoración. El toque final lo dio mi madre, que propuso que una calígrafa escribiera a mano los nombres de los invitados. La verdad que acertó y a la gente le encantó.
El cura sin duda es de mención. Queríamos a alguien que hablara portugués y español y al final encontramos a Don Antonio, un sacerdote brasileño de la parroquia del pueblo de al lado de donde nos casamos. Se podría decir que nos cayó del cielo…
Para finalizar, mis amigos hicieron una performance rememorando varios festivales de playback que hice cuando era pequeña en el Pichón.»
Gracias al fotógrafo Kiyo Carrillo por las fotos.